domingo, 30 de septiembre de 2007

La brillante actuación de Charly

Un cuento de Claudia Gutiérrez


No pocos pesos me costó convencer a la Médium a que me ayude en el trabajo de Comunicación escrita. A pesar de estar con poco dinero, logré mi objetivo y por la tarde del viernes siete me acerqué a su casa ubicada en la calle Alem, cerca del juzgado de faltas municipal, por detrás del Barrio Nueva Provincia. Allí realizaríamos una sesión de espiritismo con el fin de convocar y bajar a un plano terrestre, al espíritu de Charles Spencer Chaplin, el personaje famoso elegido por mí para realizar la entrevista que nos encargó el Profesor Urruty y que debo entregar sin falta el doce de mayo. Este modo de “engañar” al Profesor de alguna manera me divirtió pero la consigna es brindar datos reales y eso es lo que pienso concretar en mi tarea, aunque con una “trampita” que nadie va a imaginar.

La Médium me recibe envuelta en una túnica de color verde musgo. No posee turbante ni está llena de alhajas como se las muestra en las películas. Sin embargo, ella es la “Médium gorda” de la que habla Menphis la blusera en su tema “Tonto rompecabezas”- lo supe porque ella me lo dijo al tiempo de mostrarme fotos que se sacó con Adrián Otero y el resto del legendario grupo de Rock y Blues. De hecho, cuando llegué sonaba en toda la casa.

“Pasá”- me dijo secamente, pero con una amable sonrisa. La seguí hasta lo que sería el fondo de su casa, decorado con telas multicolores y velas de distintos tamaños. Me invitó a sentarme frente a ella alrededor de una extraña mesa redonda sobre la cual había, colocadas en forma circular, letras del abecedario.

-¡No me diga que va a hacer el juego de la copa!- le inquirí- ¡Mire que es peligroso!
-“Chiquita, lo tomás o lo dejás. Es el único modo en que podemos convocar al espíritu que me pediste bajar”- me respondió con tanta vehemencia que opté por callar y permanecer atenta a todo lo que pudiese suceder. Tomó mis manos y me pidió que cerrara los ojos. De vez en cuando yo abría un poco el ojo derecho para espiar, pero una corriente de aire helado me traspasó la espalda al punto en que tuve tanto miedo que apretándolos bien fuerte, volví a cerrarlos, permaneciendo así hasta que ocurrió.

Un fuerte viento se apoderó de la habitación. Abrí los ojos y observé cómo la copa de cristal iba de letra en letra, separándolas de a una, hasta formar el nombre C H A R L E S S P E N C E R C H A P L I N. La Médium estaba como en lo que llaman trance, tenía la cara deformada. –“¿Querés venir a la tierra”?- preguntó en un dialecto desconocido por mí. La copa retiró las letras S I. Habló unos minutos, o rezó, no sé, pero al momento comenzó a moverse y gesticular de manera extraña. Pude darme cuenta de que quien estaba frente a mí ¡era Carlitos Chaplin y no la Médium! O sea, era ella pero no era ella. Como a mí lo único que me interesa es recabar datos, comienzo a preguntarle sin perder más tiempo.
- ¿nombre real?-
- Charles Spencer Chaplin-
- ¿Fecha de nacimiento?-
- 16 de abril de 1889-
- ¿Donde naciste?-
- En Londres, Reino Unido. ¿Sos policía?-
- ¡jajajaja! No, voy a presentar un trabajo donde debo entrevistarte utilizando datos reales, por eso te convoqué-
- ¿Por qué me elegiste?-
- Porque desde pequeña tus ojos me parecieron tristes aunque con tus películas me río tanto aún ¡ Y porque sos un genio, siempre fuiste un genio! ¿Sabías que hay gente que te ama y trata de imitarte en el mundo entero? Muchos han vestido el uniforme de Charlo, pero nadie puede igualarte, ¡Jamás! Tu personaje es maravilloso, en todo sentido.

Por un momento miro a la Médium, a Chaplin, y veo que una lágrima se escapa de su mirada fija en la pared, como queriendo atrapar el tiempo. Si levantar la mirada, sonríe nostálgico.
- Lo único que intentaba en mis películas era demostrar que la injusticia social empobrece al hombre más rico, al más poderoso. Y me parecía que la mejor manera era hacerlo cómicamente-
- ¿Por qué el tema de la injusticia social? ¿Por algo en especial?-
- Yo nací en el seno de una humilde familia judía. Mi infancia estuvo repleta de amarguras. Mi padre era un bebedor empedernido y desapareció cuando yo tenía cinco años. A esa edad debuté sobre un escenario. Mis padres eran actores poco conocidos. Mi madre enfermó gravemente y a mi hermano Sydney y a mí nos trasladaron a un orfanato. Antes, junto a mi madre fuimos a vivir al tristemente célebre Barrio de Lambeth; allí, junto a Sydney mendigábamos la “sopa popular”, única comida que recibíamos en todo el día. Ella, mi madre, pobrecita, enloqueció y la encerraron en un manicomio y a nosotros, en el asilo de Hanwell.
- ¡Uf!- tengo el corazón destrozado, le hice daño sin querer- No te convoqué para hacerte daño, lo lamento, no era esa mi intención, disculpame.
- Todo está en mi memoria. Aquel Lambeth que yo dejé, su miseria y su mugre.
- En 1921 tu primer largometraje, “The kid”, “El chico”…
- Sí, fue como una evocación de los días de mi temprana lucha por la vida, mis correrías por Lambeth y las amargas jornadas de hambre que pasábamos…
- ¿De quién heredaste ese maravilloso “don” de transformar el dolor en Arte?, ¿Crees que lo heredaste de alguien?
- Seguramente de mi madre. Sobre todo el sentido de la pantomima, que por necesidad tuve que practicar en algunos teatruchos de variedades y music halls londinenses, con el seudónimo “Sam Cohen, cómico judío”. Ese entrañable mundo de las tablas y las candilejas, con sus miserias y grandezas, alimentó mi espíritu en “Limelight”, en 1952.
- “Candilejas”, el espectáculo de la primera anteguerra… ¿Sabés?, creí que no te gustaba hablar mucho y sin embargo me estás llenando de datos súper útiles. Creo que voy a tener que abreviar un poco antes de presentar mi trabajo.
- ¿Qué trabajo?
- ¡Ah! Yo estudio Comunicación Social y si Dios quiere me recibo este año. El Profesor de Comunicación escrita nos pidió que realizáramos un trabajo de investigación en el cual existiese la posibilidad de entrevistar a un personaje famoso. Esto ya te lo dije antes…
- Perdón, es que me olvidé. ¿Qué más querés saber de mí?
- No sé, tantas cosas…me gustaría saber, por ejemplo, cómo compusiste el personaje de Charlot.
- En 1914, en mi primer película, “Making a living”, “Haciendo por la vida”, aparecí como gentleman elegante, de bigote espeso, monóculo y sombrero alto. En el mismo año en la película “Kid Auto Races at Venice”, “ Carreras de autos para niños”,ya aparecieron los primeros rasgos de mi vestuario, aunque no todavía el bastón de caña…
- Algo que me gustó siempre fue se “doblar la esquina” tan particular y gracioso.
- Ah, sí, eso apareció en mi tercer película, en 1914 también. “Mabel`s trange predicament”, “Aventuras extraordinarias de Mabel”, se llamaba; Por entonces me dirigía el austríaco Harry Lehrman, que había sido conductor de tranvías y que mentía cuando decía que en Europa había sido uno de los puntales del productor Charles Pathé. Sí, el me dirigió entonces. Eso ya era en Estados Unidos.
- ¿Cómo llegaste a América?
- En 1907 me había contratado Fred Karno, director de una importante compañía de pantomima. Allí yo obtuve estabilidad económica y pude perfeccionarme artísticamente. En 1913 hicimos una gira y llegamos a Estados Unidos; me conocieron Adam Kessel y Mack Senté y empecé a trabajar para la Keystone.
- ¿Cómo eran los contratos por entonces? ¿se ganaba buen dinero?
- De dineros bien no se. Pero estaba bien, vivía bien. Según contrato, yo haría una película de un rollo de 300 metros, algo así como 15 minutos, cada semana en una jornada de trabajo. Fueron 35 películas en total.
- ¿Qué es la Pantomima? Soy actriz y también he dirigido Obras de Teatro y siempre, ¡Te lo juro, Carlitos!, siempre en los talleres alguien trata de imitarte. Agradezco a Dios la oportunidad de poder estar hoy con vos y poder contártelo y preguntarte cosas…
- ¡Ah, la Pantomima! Es el arte más antiguo del mundo. Tradicional especialidad escénica inglesa. Es la belleza del silencio – gesticula y se emociona de una forma contagiosa – Los actores saben que el objetivo no graba unas palabras sino unos pensamientos y unas emociones. Han aprendido el alfabeto del movimiento y la poesía del gesto. El gesto comienza donde termina la palabra. – realiza con sus manos el movimiento de una mariposa. La ve partir y posarse sobre algo – Las emociones extremas del alma son mudas, animales, grotescas, o de una belleza inefable. Los espectáculos de Karno respetaban todas las tradiciones de la pantomima. Acrobacias y payasos, risa trágica y compasiva, melancolía, sketches, danzas y juegos malabares sobriamente mezclados expresaban la incomparable comicidad inglesa. La esencia del cine es el silencio…
- ¿Recordás alguna imagen que te haya causado una linda sensación cuando la viste en la pantalla del cine?
- En “La quimera del oro” muestro un almohadón. Las plumas blancas bailan sobre la pantalla negra. En el teatro es imposible conseguir ese efecto. ¿ Qué podrían añadir las palabras a la vivacidad de la escena?
La Médium, o Carlitos Chaplin, está como enojado. Se sofoca y a pesar de ser ésta, una tarde fría de Ushuaia, se ventila con la mano como si sintiese calor. De vez en cuando hace un gesto típico de Charlot con su boca, moviendo su bigote postizo. Miro a la Médium y me animo a decirle – “Carlitos, caminá un poco para mí, con la dobladita de la esquina, con el bastón”….- me emociono hasta las lágrimas. Es mi Carlitos Chaplin, enfundado en un cuerpo gordo, grandote, de mujer pelirroja con rodete. Es el mismo Carlitos de las películas de mi infancia y adolescencia. No tiene el bastón pero puedo ver de qué modo lo revolea con tanta precisión cada vez. Él es un genio de la pantomima y no le hace falta ni siquiera su propio cuerpo para manifestarse. Se cansa de jugar en la habitación y vuelve a sentarse frente a mí. -“Ah, ¡Qué divertido estuvo esto!- Me mira con ternura. Practicamos juntos el movimiento del bigote. Me río con lágrimas que chupo con mi lengua y que saben saladas, como decía mi papá. No me contengo y corro a abrazar a Carlitos Chaplin, disfrazado esta vez de Médium gorda. Haciendo tan bien su personaje que cuando llegué creí que en verdad era una Médium.
Reflexionando sobre esto, me detengo en la lectura de unas fotocopias que saqué del libro “La historia del Cine” y que me acercó Fernanda, la Bibliotecaria del CENT, sonde Chaplin escribe: “El hecho sobre el que me apoyo, más que sobre cualquier otro, es el de poner al público frente a alguien que se encuentra en una situación ridícula o difícil. El solo hecho de que un sombrero vuele, por ejemplo, no es risible. Sí lo es ver a su propietario correr detrás, con los cabellos al aire y los faldones de su levita flotando. Toda situación cómica está basada en eso. Mi preocupación consiste siempre en recoger inmediatamente mi bastón, enderezarme el sombrero hongo y ajustarme la corbata, aunque acabe de caer de cabeza, para parecer un caballero normal”. Levanto la mirada y ya no lo encuentro. Me preocupo. Miro hacia un lado y otro. Sólo nos encontramos esa mujer que me recibió y yo. Estamos las dos como extrañadas. Con la mano izquierda, la mujer me indica la puerta y hace un gesto invitándome a salir sin decir palabra. Permanezco sentada. – “Aún no le di su dinero”- “Andate, chiquita, andate, qué te voy a cobrar, no sabés qué feliz me sentí. ¿Quién era el tipo ese?”- -“Chaplin, ¡Carlitos Chaplin!- le respondí con un beso en la mejilla y me fui feliz, a enfrentarme con el agua nieve, el barro de mis calles y con mi Klaudia actriz, que estuvo con el mejor de todos los tiempos, sabiendo que si alguna vez cuento esto, me van a llamar “¡loca!”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantástica loca la que es capaz de crear esa historia. Felicidades. ¿Para cuándo nuestro programa de radio?

Besos

Eduardo