domingo, 30 de septiembre de 2007

El poeta y la K

El poeta, dueño de todas las letras, de palabras infinitas, de sensaciones fecundas, dibujó esa noche la K más hermosa.

Con tinta negra hizo ribetes de amapolas
De azul tiño el palito erguido que sostiene sus brazos mientras buscó un poquito de la roja para dibujar sus piernas

Despacio y con delicadeza, fue haciendo su K perfecta. A su gusto, a su antojo.

Cuando terminó la tarea, observó su creación más bella.

Miles de pájaros volaron ese amanecer en la casa del poeta.

Bendita estrella iluminaba su ventana!

Rozagante y sereno, se envolvió en sueños y durmió abrazado a su cielo azulgrana de K con amapolas negras.

No supo, hasta el día siguiente, que K había dejado de pertenecerle
(los poetas nunca son dueños de sus creaciones).
Había tomado vuelo propio y recorría caminos nuevos, viejos, desconocidos, ya recorridos…sin el poeta que la creó.

La K, creación del poeta, sólo fue una ilusión.
La K verdadera, necesita siempre de su savia pero éste la abandona.

Entonces, K busca alimentarse de recuerdos añejos y dolorosos que la visitan y la torturan y odia a ese poeta que la creó para luego robarle la esencia.

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